martes, 9 de agosto de 2016

"Insiste en ti mismo; nunca imites" (Emerson). Solo esa insistencia permite alcanzar la única verdad que es posible alcanzar: la propia. Y como toda verdad, la propia no será sino una perspectiva de lo infinito, de lo inalcanzable. Pues "aun en las más purificadas de las mentes -escribió Eriúgena en la última de sus obras- el infinito se crea infinitamente". Ezequiel Ludueña.

sábado, 16 de enero de 2016

"(...) ¡Conozco hombres mayores de cuarenta años que todavía andan por la calle con el sonajero aferrado en la mano para que no se lo quiten! ¡Hombres de cuarenta años, yo los he visto! Por eso siempre me hizo reír mucho la estúpida pretensión del comunismo de terminar con la propiedad privada. Dele usted a un perro una pelotita de goma y luego intente sacársela. Y son perros que han leído a Marx, créamelo (...)" Fragmento del cuento de Roberto Fontanarrosa 'Una lección de vida'.

sábado, 21 de noviembre de 2015

Primero vino el fuego, el árbol que ardía, la floresta incendiada que aquellos hombres monos mirarían pasmados. Luego la quemadura y el grito: hubo una conjunción momentánea y milagrosa; apenas el fuego y la piel se separaron nació todo relato y cada mínima leyenda. Hablo del origen, de la vegetación de piel húmeda. De la selva sudorosa y tranquila. El trueno metálico, la madera elemental. Era el tiempo en que nacían los lenguajes cuando el mito rodó por los fogones. De la tribu sentada junto al fuego, como ahora nosotros. Del grito de la horda, del sonido áspero, de la piedra contra la piedra ablandándose, haciéndose lenguaje, sometiéndose a la lenta presión de la gramática. La especie hacia pie sobre la roca viva, los días eran cortados a cuchillo, la noche apenas duraba. Las cavernas se poblaron de alfareros, entre griegos nacía la imperfecta redondez de la cerámica. y el primer relato: "yo hice esto". "Yo lo fabriqué", "contiene el agua". Las palabras viajaron cambiando las formas, inventando las costumbres, adaptándose a la torre y al arado. Los metales temblaron. Alguien saludó a alguien, alguien dijo que tuvo miedo esa noche. El viaje, el peligro, el trueno, se hicieron relato, anticipando la Illíada y la radio. Por eso es que a veces nos callamos frente al fuego, reavivando fogones ancestrales, evocando esa memoria de la especie, donde duermen vigilantes las abuelas tejedoras. Leonardo Moledo

viernes, 2 de enero de 2015

"(...) Philosophy, as I shall understand the word, is something intermediate between theology and science. Like theology it consists of speculations on matters as to which definite knowledge has, so far, been unascertainable; but like science, it appeals to human reason rather than authority, whether that of tradition or that of revelation. (...)" Bertrand Russell, A history of western philosophy

domingo, 23 de marzo de 2014

Vivimos en una época extraordinaria. Son tiempos de cambios pasmosos en la organización social, el bienestar económico, los preceptos morales y éticos, las perspectivas filosóficas y religiosas y el conocimiento que tiene el hombre de sí mismo, así como en la comprensión de este inmenso universo que nos acoge como grano de arena dentro de un océano cósmico. Desde que el hombre es hombre se ha venido interrogando acerca de una serie de cuestiones profundas y fundamentales, que nos evocan maravillas y, cuando menos, estimulan un conocimiento provisional y dubitativo. Son preguntas sobre los orígenes de la conciencia, la vida sobre nuestro planeta, los primeros tiempos de la tierra, la formación del sol, la posibilidad de que existan seres inteligentes en alguna otra parte de la inmensidad celeste. Y la más ambiciosa e inquietante de todas, ¿cuál es el origen, naturaleza y destino último del universo? Excepto en las más recientes fases de la historia humana, todos estos temas habían sido competencia exclusiva de filósofos y poetas, chamanes y teólogos. La diversidad y mutua contradicción entre las respuestas ofrecidas ya era claro indicio de que muy pocas de las soluciones propuestas podían ser correctas. Pero hoy, como resultado del conocimiento tan penosamente arrancado a la naturaleza a través de generaciones dedicadas a pensar, observar y experimentar cuidadosamente, estamos a punto de vislumbrar unas respuestas aproximadas a muchas de ellas. (Carl Sagan, "El cerebro de Broca", 1979)